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Arauca ⎢ Colombia
La tierra de las mujeres de bambú

Las mujeres somos como esa fibra de bambú:
una la puede intentar doblar, romper, pero no se puede,
somos así de resilientes.

Yolanda Montes, lideresa de Arauca

Este texto es un homenaje al valor de lideresas como Carlina Ovalles, Eva Fierro, Rosa Durán, Edelmira Contreras y Mercedes Mateus, quienes acompañaron los procesos de movilización del Sarare1El departamento de Arauca está compuesto por siete municipios y se divide en dos subregiones: la de la Sabana (donde se encuentran los municipios de Puerto Rondón, Cravo Norte y Arauca) y la del Sarare (compuesta por Tame, Fortul, Saravena y Arauquita), donde se concentró el proceso de colonización., pero cuyas voces y relatos no han sido escuchados por aquellos que escriben la memoria histórica de sus comunidades. Esas lideresas aportaron a las organizaciones de mujeres, a aquellas que ya no están con nosotras, a aquellas que aún resisten y contribuyen a la igualdad y a la vida… mujeres que han sido como la fibra del bambú: fuerte, resiliente e irrompible.

En Arauca, las mujeres han construido liderazgos en medio de las adversidades. Lo han hecho desde sus casas, pariendo hijos en este territorio, quitándole los hijos a la guerra, en muchas ocasiones perdiéndolos, buscándolos en muchos lugares. Se trata de liderazgos encarnados en mujeres incansables, arraigados a los ríos, las montañas, la sabana… liderazgos en tierras áridas y fértiles.

Contexto histórico

A partir de la colonización del Sarare, llevada a cabo a finales de los años cincuenta por el Instituto Colombiano de Reforma Agraria (Incora) –encargado de organizar la propiedad y el ordenamiento en las zonas rurales para la reforma agraria–, las comunidades se unieron para exigirle al Estado condiciones de vida digna, ya que se habían incumplido los compromisos sobre mejoramiento de vivienda, salud, educación, seguridad social de la población rural, organización del mercado y fomento de cooperativas2Comisión de la Verdad (CEV), Hay futuro, p. 51.. El campesinado creó en 1968 la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) en el Sarare, que nació con el objetivo de potencializar créditos y ser puente entre el Estado y los campesinos. También se crearon organizaciones como la Cooperativa de Coagrosarare y algunos sindicatos. Se inició la construcción de escuelas, acueductos y puentes artesanales por parte del campesinado. Las mujeres desempeñaron un papel importante en todo ello; algunas eran profesoras, como Victoria Rangel, una de las primeras docentes que llegó al territorio: «Cuando yo llegué no tenía sino diecisiete años, había solo una escuela, la urbana mixta de Saravena. Y entonces yo empecé a laborar el 15 de enero de 1969. Solo había primero y segundo de primaria, pero yo empecé a recibir matrículas de lo que saliera, ¡tan joven yo y me arriesgué! Recibí de primero, segundo y hasta cuarto. Recibí a 120 niños de primero, a 80 de segundo, a 38 de tercero y a 14 de cuarto, y no había sino dos salones. ¿Entonces qué hicimos? Nombraron a otra compañera y cada una agarró dos cursos. Estudiaban sentados en el piso, porque no había sillas para todo ese poconón de alumnos»3Victoria Rangel, entrevistada por Carrillo, «Sobre cómo parimos este pueblo», p. 94..

Las banderas del campesinado ondearon en Arauca y en 1982 cientos de personas organizaron una movilización social cuyo corazón fue el municipio de Saravena. Los campesinos y las campesinas salieron a las calles, se instalaron en las plazas centrales y se organizaron. No solo fueron importantes los hombres –cuyas voces han predominado siempre–, sino también las mujeres. Mujeres campesinas provenientes de Santander, Norte de Santander y Boyacá. Durante el paro, las mujeres cumplían con funciones importantes, pues organizaban las compañías o campamentos, proveían los alimentos y establecían la guardia campesina, la fuerza que se mantuvo durante un mes y medio para exigirle al Estado derechos, vías y un futuro.

Expresión del patriarcado

En 1987, Saravena tuvo a su primera alcaldesa por el partido de la Unión Patriótica, Yolanda Montes. Además, Elsa Rojas de Fernández era alcaldesa del municipio de Arauquita. Las mujeres, pues, ya no solo participaban en las movilizaciones sociales como lideresas comunitarias u ocupaban cargos como docentes, sino que también lo hacían en la política. Continuaban acompañando los procesos sociales y adelantaron acciones para resguardar la seguridad del campesinado, lo que permitió que lograran ganarse el respeto como lideresas.

Un ejemplo de organización comunitaria fue el caso de la Asociación de Usuarios Campesinos (ADUC), que, apoyada por la Secretaría de Desarrollo Social de Saravena, implementó unidades de autoproducción alimentaria y constituyó el Fondo Municipal Agropecuario (Fomuagro). En los años en que las mujeres dirigieron esta organización, los créditos se pagaron a tiempo, se cumplieron con los requerimientos de las auditorías y el capital creció, pero cuando la nueva junta directiva de la organización ADUC determinó que debía ser manejada por ella –estaba conformada, en su mayor parte, por hombres–, la asociación empezó a tener problemas y los recursos del fondo se acabaron4Moncayo, El territorio..

Esta cultura patriarcal se ha visto presente en una sociedad que les impone a las mujeres unos comportamientos determinados y se refleja en la existencia de los grupos armados, que son la expresión armada del patriarcado. Entre los años ochenta y noventa, en el territorio se consolidaron tanto el ELN como las FARC-EP, y se acrecentó la presencia de las Fuerzas Militares. Todo ello redundó en un aumento de los homicidios, en la violencia generalizada y en el control social. En esta época aumentó el número de mujeres asesinadas, debido a que los grupos armados les prohibían involucrarse con hombres que hicieran parte de la fuerza pública. Con este tipo de órdenes, cada grupo armado impuso un control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres, limitando su autonomía y libertad. Una lideresa de una organización de derechos humanos, que lleva realizando este trabajo desde 1992 a través de la Unión Patriótica en el municipio de Arauca, nos dijo: «Aquí en el departamento de Arauca los actores armados siempre han impuesto normas. Nosotras perdimos a muchas niñas, muchas mujeres. Cuando los actores armados decían “Las mujeres no pueden mirar a un militar, a un soldado”, imponían normas para las mujeres, para todos… limitaciones».

El patriarcado armado también se impuso sobre hombres y mujeres que no cumplían con el estereotipo establecido socialmente sobre los roles de género. Una de las primeras mujeres trans en Arauca nos compartió su historia: «Yo llegué a Saravena como en el año 1984, la situación de violencia se complicó, se empezaba a rumorar que yo era un mariquita y empezaron a decir que me iban a matar. Nos regresamos a Arauca. Acá había un poquito más de libertad, pero acá me agredían verbalmente, la situación con mi mamá se complicó por mi condición. Yo me devolví a Saravena, tenía dieciséis años. Yo era una mujer trans en mi casa, pero afuera tenía que ser un hombre, porque, si no, me mataban. Empecé a trabajar en una peluquería y, pues, me establecí en Saravena. Una noche salí con unas amigas a rumbear y llegó la guerrilla: prendieron las luces para pedir papeles, así como si fuera una requisa del Ejército. Y uno de ellos se me acercó y me dijo: “¿A usted no le gusta cortarse el cabello? Se lo corta”. Y me agarró y me cortó el cabello y me dijo: “Mañana lo quiero ver con el cabello como un hombre y, si no, le toca que se vaya”».

La violencia sigue, pero las organizaciones de mujeres resisten

Entre 2000 y 2005, los paramilitares ingresaron al territorio5De acuerdo con el informe Hay futuro si hay verdad. Colombia adentro, frontera nororiental, de la Comisión de la Verdad, entre 2001 y 2005 las AUC cometieron 210 asesinatos. El periodo comprendido entre 2002 y 2004 fue el más violento: en él ocurrieron el 76,4 % de los hechos. Tame, donde se cometieron casi la mitad de los homicidios, fue el municipio más afectado. con el Bloque Vencedores de Arauca. Hubo serias afectaciones a la comunidad, desplazamientos forzados y las familias tuvieron que buscar un refugio en la frontera. La relación histórica de intercambio y los familiares que vivían del otro lado permitieron que Venezuela fuera un espacio seguro para las víctimas. Las mujeres tuvieron que asumir nuevos roles, pues sus compañeros habían sido asesinados, se convirtieron en jefas de hogar y se desplazaron con sus familias.

Adicionalmente, en 2002 se estableció la zona de consolidación y rehabilitación: se adoptaron medidas para el control del orden público y se le dio facultades al presidente de la República para designar sus comandantes militares y establecer medidas de protección. Esto conllevó la persecución de los liderazgos sociales: Arauca fue escenario del 47 % de los homicidios a sindicalistas en Colombia6Amnistía Internacional Colombia, Un laboratorio de guerra: represión y violencia en Arauca, 2004, citado por Comisión de la Verdad (CEV), Hay futuro., se dieron detenciones arbitrarias de sindicalistas y líderes sociales, y se presentó la detención masiva de personas en el Coliseo Jacinto Jerez Archila, en Saravena, donde 47 personas fueron detenidas por rebelión7Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra, ¿Administración de justicia o secuestro estatal?, citado por Comisión de la Verdad (CEV), Hay futuro.. Adicionalmente, hubo una mayor militarización y limitación de la movilidad en el territorio. Además, la seguridad de las mujeres se vio amenazada por la presencia de militares en las zonas rurales.

Entre 2005 y 2011 se enfrentaron las FARC-EP y el ELN por la disputa del territorio y cientos de civiles fueron asesinados. Aunque no hay cifras exactas, se habla de un aproximado de mil personas asesinadas; las organizaciones de la sociedad civil fueron estigmatizadas, las mujeres volvieron a vivir el desplazamiento y nuevamente hubo un cambio de roles en el hogar porque el homicidio de hombres fue muy alto.

Las mujeres fueron las primeras en reaccionar y organizarse para afrontar estas situaciones. Así, en 2006 se creó la Asociación Amanecer de Mujeres por Arauca (AMAR), a partir de experiencias personales y porque los compañeros de las mujeres miembros de organizaciones sociales estaban siendo encarcelados. En 2011, cuando las dos estructuras armadas establecieron un pacto de convivencia, nació una nueva organización en el territorio: la Asociación de Mujeres Araucanas Trabajadoras (Amart). Su objetivo era reivindicar los derechos de las mujeres campesinas y luchar por su empoderamiento económico, y por su libertad y autonomía.

Con el Acuerdo de Paz entre el Gobierno nacional y las FARC-EP, se dio un ambiente propicio para la creación de más organizaciones sociales. En 2015 se creó la Asociación LGBTI Saravena Diversa (Alsadi). Una lideresa que lleva más de veinte años de trabajo en el territorio por la lucha de los derechos de la comunidad nos dijo: «Nos reunimos y buscamos las organizaciones sociales para consultar sobre este ejercicio y que nos acompañaran, ya que nosotras no sabíamos nada de cómo hacerlo». En este contexto, el desarrollo de la política pública en materia de género, los diálogos de paz y los diálogos de Tocancipá8Jornadas preparatorias que se dieron en octubre de 2017 para la agenda de diálogo entre el ELN y el Gobierno nacional, en las que participaron 200 delegados de distintas organizaciones sociales. con el ELN permitieron un avance en la participación de las mujeres y la comunidad LGBTIQ+.

En 2019, nuevos escenarios organizativos y de participación se dieron en el municipio de Arauca. Por primera vez se organizaron las mujeres trans en materia de reivindicación de derechos a través de la Fundación Dignidad Trans y también se creó el Círculo de Nosotras para Nosotras, que congregó distintas organizaciones de mujeres y de aquellas que ejercen liderazgos independientes. Durante la pandemia por covid-19, este espacio permitió consolidar redes de apoyo entre las mujeres.

La economía del cuidado en los liderazgos de mujeres en Arauca

Generalmente, en Arauca las mujeres han desempeñado roles relacionados con el cuidado del hogar. Cuando ejercen el liderazgo social, las lideresas no renuncian a tales obligaciones y dedican unas siete horas al día a las labores de la casa, lo que constituye una desventaja para que ocupen cargos o se desplacen a otros territorios a ejercer su liderazgo.

Según cifras de la Alta Consejería para la Equidad de la Mujer, en 2020 Arauca se contaba entre los departamentos con mayor violencia contra mujeres adultas; entre 2019 y 2020, 300 mujeres fueron violentadas por su pareja y 221 fueron víctimas de violencia sexual9Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, «Violencias».. No es de extrañar, por lo tanto, que cuando entrevistamos a las lideresas comprobáramos que todas habían empezado a ejercer sus liderazgos por sus experiencias personales de violencia. «Yo llego a Arauca en el año 2016. Me vine porque donde yo vivía mi pareja me maltrataba todo el tiempo, vivía mucha violencia intrafamiliar, me vine y empecé a buscar restablecer mis derechos, a protegerme a mí y a mis hijos. Y si me expareja venía a buscarme, no tener inconvenientes con él, blindarme legalmente… pero fue casi imposible. Casi no me reciben la denuncia, muy bonita la ruta diseñada, pero no funciona legalmente», nos contó una lideresa social víctima de violencia intrafamiliar, proveniente de Norte de Santander y reconocida actualmente por trabajar por los derechos de las mujeres.

Aunque la mayoría de las lideresas acompañan a víctimas de violencia de género y del conflicto armado, las rutas de atención no funcionan de la mejor forma, pues aún hay prejuicios y barreras institucionales: las lideresas manifiestan que la atención en salud no es la más adecuada, pues se pone en riesgo la identidad y privacidad de la víctima; las medidas de atención no se logran llevar a cabo, porque el departamento no cuenta con refugios para mujeres víctimas de violencia de género; las medidas de protección no son suficientes y, en materia de justicia, las barreras se presentan por los imaginarios que tienen los jueces y fiscales en el momento de atender a las víctimas y la lentitud de los procesos . De allí que las mujeres terminen acompañándose y cuidándose entre sí.

¿Y la cuota del 30 % qué?

Una lideresa del Partido Verde en el municipio de Saravena nos compartió su experiencia: «Yo fui candidata para el Concejo en el 2019 y a mí me pidieron el favor, así como hacen con uno, y estuve en un intercambio de experiencias de lideresas políticas en Medellín y allí con otras mujeres que habían participado. Ya uno se cuestiona por qué fue que yo me dejé meter así en una lista, hacer un favor, yo tengo el derecho, sufrí violencia política, no pude asistir, me sacaban de los barrios, porque las mismas lideresas pedían votos para los hombres y no conté con el apoyo suficiente».

En la participación política, social y comunitaria, las mujeres se topan con varias barreras. Una de ellas es la falta de apoyo de los mismos partidos políticos para sus candidaturas: las mujeres son una opción accesoria o una simple estrategia para cumplir con la cuota que se les exige a los partidos políticos. Actualmente, el departamento de Arauca no cuenta con ninguna alcaldesa y tiene apenas tres diputadas.

Por otro lado, las lideresas entrevistadas manifestaron que ser candidatas representa un riesgo porque se exponen como figuras públicas y son juzgadas socialmente. Las mujeres que no tienen un comportamiento «adecuado», según las normas de la sociedad, son juzgadas, castigadas y excluidas de los espacios políticos, sociales y económicos del territorio. Una de las lideresas que ha venido realizando incidencia en el territorio, víctima del conflicto armado y que ha acompañado la implementación del Acuerdo de Paz, nos dijo: «Lo castigan a uno acá, te invisibilizan, te sacan de los espacios, a nosotras los hombres nos dicen que tenemos que pedir permiso, consultarles… por eso, muchas veces toca trabajar muy prudentes».

Lo anterior ocasiona que se fracturen los lazos solidarios femeninos y disminuya el impacto de las acciones de las políticas de género, el acompañamiento, la activación de las rutas de atención y la denuncia de casos de violencia de género.

Las lideresas en medio del conflicto armado y la frontera

A pesar de los avances que ha habido en materia de participación de género, las lideresas continúan enfrentando distintos desafíos. En la actualidad, en el departamento de Arauca, de nuevo hay una disputa por el territorio, que inició el 2 de enero de 2022 entre el ELN y los frentes 10 y 28 de las disidencias de las FARC-EP (confrontación que ha dejado un saldo de 242 personas asesinadas –17 mujeres– y 615 amenazadas –203 mujeres–10Observatorio de Derechos Humanos, Violencia y Conflictividades (Foidhd), «Informe situacional».). Como consecuencia de ello, varias comunidades de los sectores rurales viven en confinamiento, lo que limita su movilidad, ocasiona la pérdida de las cosechas y ha puesto en riesgo la soberanía alimentaria de las comunidades campesinas y étnicas. Una de las mujeres víctimas que sufrió confinamiento en la zona rural de Tame cuenta cómo fue la situación vivida: «Para las mujeres que nos quedamos acá fue muy difícil, porque ya no podíamos salir igual a vender nuestras cositas ni buscar comida a la finca, porque los actores armados están por ahí y se están enfrentando. A principios de año prácticamente aguantamos hambre».

El 19 de febrero de 2022, las disidencias de las FARC-EP, a través de un carro bomba detonado contra el edificio Héctor Abril, en el municipio de Saravena, atentaron contra los líderes del Movimiento Político de Masas Social y Popular del Centro Oriente. Una persona murió y varias resultaron heridas, situación que ocasionó algunos desplazamientos de los líderes, en su mayoría hombres. Una lideresa, cuya pareja fue víctima del atentado, nos dijo: «La mayoría de las lideresas se quedaron. No tenían apoyo económico. Las que se quedaron tuvieron que rebuscarse para las familias y para sus compañeros: se les triplicó la carga. Sacar a la mujer es sacarla con sus hijos o con su mamá o con su familia, en cambio el hombre se va solo y aquellos que murieron en el conflicto… pues, las mujeres son las que asumen las cargas económicas». Las medidas de protección para los líderes no están diseñadas para las mujeres, ya que salir del territorio implica dejar las familias a la deriva. Muchas de estas mujeres están solas, mientras que el hombre líder tiene la posibilidad de desplazarse y dejar el hogar al cuidado de su mujer.

En esta nueva disputa, la frontera no se ha visto como un lugar seguro para desplazarse, como se hacía antes, sino que se ha convertido en un espacio de riesgo. Las personas en Arauca ya no pueden salir y buscar refugio, y muchas familias han tenido que quedarse y vivir la violencia y el confinamiento.

Tras el cierre de la frontera en 2015 se han agudizado las relaciones sociales en el territorio y los grupos armados han aumentado su control. Los enfrentamientos entre las disidencias de las FARC-EP y la Guardia de Venezuela, en La Victoria –frontera con el municipio de Arauquita, en marzo de 2021– causaron el desplazamiento de cerca de cinco mil personas11Pardo, «Crisis en Apure y Arauca».. Adicionalmente, las mujeres en la frontera están expuestas a la trata de personas: la explotación de la prostitución ajena y otras formas de explotación sexual son constantes y la situación de vulnerabilidad de las mujeres migrantes es un foco para su captación y posterior explotación. Una lideresa ubicada en el río Arauca nos dijo: «En esa zona con el río les pasaban miles de cosas a las mujeres, se las llevaban, las violaban, se llevaban a las que eran muy bonitas y uno no las volvía a ver. Yo trataba de cuidarlas cuando dormía ahí. Por mi situación, me llevaron a vivir a otro sitio y cuando yo llegaba al otro día ya no estaban; al siguiente día yo pasaba y la gente agachaba la cabeza, eso para mí era muy difícil. Yo tenía que ver cómo las maltrataban. Les ayudaba a denunciar: un día llegué y estaban abusando de una chica, y pues yo me la llevé para el hospital y logré quitárselas».

Según el Ministerio de Defensa, 600 soldados fueron enviados a los sectores de Puerto Nariño, Aguachica, Botalón y La Paz para contrarrestar el conflicto entre las disidencias de las FARC-EP y el ELN12El Colombiano, «600 militares».. El incremento de la fuerza pública en el territorio –especialmente en las zonas rurales– ha puesto en riesgo a las mujeres: riesgo de sufrir algún tipo de violencia por parte de este actor o de ser vistas como un riesgo por parte de los grupos armados, que las ven como posibles informantes o las juzgan por estar involucradas emocionalmente con miembros del Ejército.

Las lideresas han intentado denunciar las violencias, pero ello ha causado amenazas y muchas de ellas dicen que han debido trabajar en silencio. Una lideresa en la zona del río Arauca nos dijo: «Inicié a hacer liderazgos mientras peleaba por mi caso. Estaba ayudando a otras, nos empezamos a reunir, empezamos a capacitarnos y llegó la pandemia. Yo seguía con mi liderazgo. Empezó a llegar la cooperación, a hacer incidencia en el río y marchamos también en contra de la violencia hacia la mujer en el año 2020. Un día me llevaron al otro lado, me empezaron a amenazar y maltratar y los actores armados me dijeron que yo les estaba dañando el parche y que no me mataban porque había ayudado a mucha gente y tuve que irme de Arauca».

Ser mujer trans, ser mujer lesbiana, ser lideresa en Arauca

Una lideresa trans nos dijo: «Ser lideresa es algo que no es fácil, atemoriza, vivimos con miedo a que nos llegue un día de estos una amenaza o nos hagan algo, pero también nos impulsa el reconocer nuestra identidad, llegar a cambiar imaginarios en el territorio. Por el activismo que hacemos, rompemos con el pensamiento de que somos solo putas o peluqueras, que somos las problemáticas, y hemos venido cambiando esa perspectiva. Acá nos acompañamos, tenemos una construcción conjunta de las mujeres».

Las mujeres trans y las mujeres lesbianas que ejercen el liderazgo en un territorio como Arauca viven bajo unas condiciones familiares y sociales muy complejas. Muchas de ellas han tenido que salir de sus casas desde muy pequeñas, han estado expuestas al trabajo sexual, al conflicto armado y han tenido que formar una nueva familia. Esa familia se ha instituido desde una perspectiva de frontera en el marco de la migración de venezolanas a Arauca que buscan nuevas oportunidades. Una mujer trans proveniente de Maracaibo, que migró hacia Arauca, nos compartió su historia: «En Venezuela, desde niña me vestía de mujer, pero a escondidas; siempre tuve el rechazo de mi familia, nunca me aceptaban como yo era. Yo en sí hice mi tránsito acá en Arauca, porque allá, por mi familia, me tocaba a escondidas: eso era una paliza fija que me daban. Entonces decidí aceptarme como soy y mi familia ya me acepta. En marzo de 2017 me vine para acá. En Venezuela para mí fue horrible, porque ellos no pueden ver a una chica trans porque le lanzan piedras, la atacan. Allá el machismo es terrible».

Las organizaciones de mujeres LGBTIQ+ cuentan con una motivación que nace de experiencias personales, pero su activismo todavía es difícil de ejercer en una sociedad que juzga, señala, agrede y se niega a la expresión del amor. Una lideresa de la Fundación Dignidad Trans, en el municipio de Arauca, nos dijo: «Nosotras construimos en pandemia, puesto que había una necesidad: se presentaban casos de transfobia. En esa pandemia quedamos a la deriva… las mujeres trabajadoras sexuales, si tenían para el arriendo, no tenían para la comida. Teníamos un colectivo, pues el Estado solo respondía con un mercadito, pero ¿dónde estaba la vivienda de las chicas trans? ¿El estudio, la salud mental y física? Los funcionarios y la fuerza pública no tenían ni idea de cómo abordar a una chica trans. Nos constituimos y dijimos: “Nos escuchan o nos escuchan”. Esto nos ha permitido capacitar varias entidades, entre esas a la fuerza pública y al sector de la salud. Cuando empezamos las actividades en escenarios públicos, al principio la gente nos tiraba bolsas de agua, nos gritaba cosas, y nos tocó pedir apoyo de la fuerza pública».

En múltiples ocasiones, las lideresas de la comunidad LGBTIQ+ han sufrido amenazas por parte de actores armados: en 2016 se presentaron seis casos de amenazas a mujeres trans y a un hombre gay (según la Defensoría del Pueblo, estas tenían una alta carga homofóbica y transfóbica13El Espectador, «Alerta por amenazas».). Adicionalmente, de acuerdo con los relatos recogidos en el territorio, los actores armados aún imponen normas sociales en la zona del Sarare: las mujeres trans deben mantener el cabello recogido, no vestirse con vestidos cortos ni tener muestras públicas de afecto. En el municipio de Arauca, las mujeres trans trabajadoras sexuales –en su mayoría población migrante– han sido amenazadas por los actores armados y por hombres de la comunidad que las han agredido con piedras y amenazas.

En síntesis, las lideresas trans y lesbianas se enfrentan al desarrollo de sus liderazgos en medio de un patriarcado que intenta cerrarles los espacios, una sociedad que limita el ejercicio de su trabajo a través de la discriminación y el rechazo, y unos actores armados que mantienen «el orden» bajo amenazas y violencia. Una lideresa lesbiana de la zona del Sarare nos contó: «Las mujeres lesbianas estamos en la lucha de ser incluidas en todos los sectores; no creen en nuestras capacidades, damos mejores resultados, hemos emprendido diferentes acciones para poder sobrevivir. Nosotras somos independientes, todavía están las críticas, las miradas de homofobia, de desprecio, las miradas que incomodan, pero seguimos en la lucha».

Recomendaciones

Es necesario que la cooperación internacional logre incidir en las medidas de protección planteadas por la Unidad Nacional de Protección y que se logre construir un escenario diferenciado para las mujeres, teniendo en cuenta la realidad de las cargas que ellas asumen. Es muy importante que se logre incidir para que los diálogos con el ELN se lleven a cabo, incorporando una agenda robusta para las mujeres y la comunidad LGBTIQ+ que permita realizar ejercicios más autónomos, independientes y seguros. Se debe continuar con el fortalecimiento de las mujeres a través de la formación de escuelas de liderazgos, espacios de encuentro solidario femenino que permitan acompañar y alivianar las cargas físicas y mentales que las lideresas llevan en sus procesos.

De acuerdo con las entrevistadas, es importante cuidar y fortalecer el Círculo de Nosotras para Nosotras con recursos que permitan realizar los encuentros y tener el acompañamiento de profesionales para los procesos de formación. También es importante la incidencia y el seguimiento de los organismos internacionales para que se garantice la participación política de las mujeres en el territorio, y que se logre observar y medir cómo se está aplicando la ley de cuotas y el proceso de las mujeres lideresas en las campañas políticas.

Es necesario adelantar procesos de formación en los colegios y a los padres y madres de los niños, niñas y jóvenes para disminuir la discriminación en contra de la población LGBTIQ+. Asimismo, es vital que los procesos de capacitación estén orientados a los hombres de las organizaciones de la sociedad civil para romper con imaginarios patriarcales que obstaculizan la participación de las mujeres de forma autónoma e independiente.

Se deben fortalecer los comités interinstitucionales para la lucha contra la trata de personas en el territorio, de modo que se detecten a tiempo los casos y se brinde una atención adecuada. Por ello, se recomienda apoyar las organizaciones de mujeres en la realización de campañas de prevención de trata de personas en las escuelas, los sitios nocturnos y los hoteles.

Por último, se recomienda hacer un análisis y seguimiento de la situación de frontera con un enfoque de género, a partir de la apertura fronteriza en Arauca, que permita identificar los riesgos y desarrollar acciones de incidencia a través de diálogos locales y regionales, así como contribuir con fondos que garanticen la seguridad y protección de las mujeres migrantes en el territorio.

Referencias

Carrillo, A. «Sobre cómo parimos este pueblo: memorias campesinas de la Fundación de Saravena». Tesis para optar al título de Licenciada en Letras Modernas. Universidad Nacional de Córdoba, 2021.

Comisión de la Verdad (CEV). Hay futuro si hay verdad. Colombia adentro, frontera nororiental. Bogotá: CEV, 2022.

Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer. «Violencias por razones de género (contra niñas y mujeres) en Colombia durante el aislamiento preventivo». Acceso el 30 de noviembre de 2022. Ver más.

El Colombiano. «600 militares llegarán a Arauca tras confrontación entre disidencias de las Farc y el Eln». 3 de enero de 2022. Acceso el 30 de noviembre de 2022. Ver más.

El Espectador. «Alerta por amenazas a personas de la comunidad Lgbti en Arauca». 11 de junio de 2016. Acceso el 30 de noviembre de 2022. Ver más.

Moncayo, J. El territorio como poder y potencia. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2017.

Observatorio de Derechos Humanos, Violencia y Conflictividades (Foidhd). «Informe situacional y de contexto sobre algunos hechos que generaron violaciones de los derechos humanos en el departamento de Arauca, reporte semestral 2022».

Pardo, D. «Crisis en Apure y Arauca: 5 claves para entender la escalada de violencia en “la otra frontera” entre Colombia y Venezuela». BBC Mundo. Acceso el 30 de noviembre de 2022. Ver más.

ALEXANDRA DALLEMAN

Administradora de empresas y especialista en Gerencia Social. Adelanta la Maestría de Paz, Desarrollo y Ciudadanía de la Uniminuto. Feminista e investigadora social.